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MÚSICA
Dominique A o el fin de la bohemia
por Jordi Maranges - 0 comentarios - disco - 29/09/2006 - enlace
’L’Horizon’. 2006. Green-Ufos. "Sous le ciel de Paris s’envolé une chanson..." cantaba la Piaf a mediados de los cincuenta entre cafés existencialistas y el recuerdo de las bombas cayendo sobre la ciudad de la luz. París era una fiesta y todos los que llegaban allí, según Hemingway, se embriagaban irremisiblemente de su vaporoso encanto.
No voy a descubrir nada si aseguro que de aquella postal de bohemia no queda más que la incertidumbre de si existió o si no fue más que el delirio de algún escritor maldito en horas bajas. Sin embargo, más allá de los
souvenirs y de los carteles de
Toulouse-Lautrec, nos quedan ciertos discos que testimonian que allí ,desde hace mucho tiempo, la música se ha escrito, y se escribe, con mayúsculas.
Dominique A simboliza, a través de su irregular discografía, precisamente, el derrumbe de esa postal almibarada. Escuchando atentamente sus discos, se reconoce el contorno de un paisaje que oscila entre lo naïf y melancólico (’La Fosette’, ’Si Je Connais Harry’), lo preciosista y redondo (’La Mémoire Neuve’), hasta lo decididamente depresivo (’Remué’) o las últimas entregas que se debaten entre la experimentación (’Tout Sera Come Avant’) y una combinación de todo lo anterior (’Auguri’ o este último, ’L’Horizon’). Es como si el calvo de Nantes hubiera querido librar a la diosa Francia de sus disfraces de señorita sofisticada para ofrecernos un rostro mucho más duro y anguloso, un rostro que se acerca, tal vez, a cierta realidad que, para las mentes más mercantilistas del país vecino, no interesa descubrir (y en este sentido se sitúa en las antípodas de
Yann Tiersen).
’L’Horizon’, su último y, a ratos, excitante nuevo trabajo, sintetiza esta idea a través de sus once cortes: épica y emoción, pequeñas incursiones electrónicas, melodías con regusto marinero y también algún que otro tema de relleno, es lo que encontramos en este horizonte helado y poético. Si en su anterior trabajo las orquestaciones, audaces y majestuosas, dirigían el conjunto de las canciones (obra muy discutida que, tal vez, propició un nuevo cambio en sus planteamientos), aquí encontramos una idea a la inversa en tanto que priman las atmósferas intimistas, los arrebatos eléctricos y una intencionalidad melódica que desde ’La Mémoire Neuve’, desafortunadamente, no encontrábamos. No creo que este horizonte sea la meta que
Dominique A soñara con alcanzar cuando empezó en el año 1992; le pronostico cimas más altas, la verdad. Y es que en este disco, en el que cohabitan piezas magistrales como la que lo abre, la homónima ’L’horizon’ (crescendo breliano y guitarras furiosas) o ’La Rèleve’ (con su piano nocturno y esa atmósfera que nos transporta al ambiente de Saint Germain des Prés ) o ciertos pasajes de ’Aintomoro’ y ’Par L’Ouest’, el resto huele a motor a medio gas y sobre todo a plato ya guisado por manos más hábiles.
El propio
Dominique declara no estar interesado en componer canciones pop, que prefiere trabajar en las atmósferas y en la producción de sus composiciones antes que en escribir un buen estribillo. Y es cierto; si desciframos su discografía a través de esta perspectiva, vemos que a partir de ’La Mémoire Neuve’ (su mejor trabajo para un servidor) sus discos se comprenden mejor a partir de lo que evocan subjetivamente, como si fueran bandas sonoras o retales musicales que apoyan imágenes desnudas y turbadoras. En todo caso, como ocurre con otros trovadores de caché, nunca está de más adentrarse en los glaciares poéticos que
Dominique A nos propone, aunque sólo sea para esperar un nuevo horizonte.
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