por Óscar Moreno - 1 comentarios - novela - 10/06/2005 - enlace
A menudo, resulta curioso observar cómo la muerte, ese perder la costumbre de vivir que refería González Ruano, otorga al difunto, en quizás demasiadas ocasiones, unos méritos y un reconocimiento muy superiores a los que tuvo cuando todavía se encontraba entre nosotros. De repente, y por el mero hecho de cruzar la laguna Estigia, su calidad literaria se ve incrementada, y más aún si sus últimos días resultaron dramáticos.
Un claro ejemplo es el del escritor chileno Roberto Bolaño, que en vida se mantuvo en un discreto segundo plano editorial, muy a pesar de su gran calidad narrativa, apenas subsistiendo a base de concursos literarios y los más variopintos empleos, y que desde su fallecimiento hace un año, como consecuencia de una larga enfermedad, ha sufrido esta extraña mutación, que lo ha catapultado hasta la cumbre de los escritores hispanoamericanos actuales. Como una consecuencia directa, su novela póstuma, ’2666’, ha destrozado todas las previsiones editoriales posibles. De manera que, la que podría parecer por su extensión y forma de encarar el genero narrativo, más un suicidio literario que una novela reconocida por la crítica, se ha visto aupada a los primeros puestos de las listas de los libros más vendidos. Curiosa paradoja que estará haciendo sonreír con timidez al propio Bolaño.
Las cinco partes en las que se divide ’2666’ (cinco novelas independientes hiladas por una fina trama argumental), así como las más de mil páginas que la conforman, convierten esta obra en un proyecto literario de dimensiones ciertamente colosales, que ocupó los últimos años de su autor, aunque su diseño y composición fueran anteriores, pudiendo llegar a rastrear su presencia en algunas obras previas. Como aquel viajero que visita sus ciudades soñadas, y va dejando en cada una de ellas algo de sí mismo, los distintos lugares que integran este inmenso collage de vidas humanas que es esta novela, nos propone también y de algún modo, un viaje a través de dos continentes, de dos maneras de ver el mundo. Tras el ingente caudal narrativo que llega en ocasiones a inundarnos, hay un mismo >leit-motif, un centro oculto que Bolaño aseguraba existía en su novela, y sobre el que la misma bascula: el abismo, la tremenda sensación de vacío que inunda a todos y cada uno de los personajes que deambulan por sus páginas. Qué triste minuto de gloria, pero qué merecido al fin y al cabo.
» 1 comentario:
Caer en el tópico de "más vale tarde que nunca" suele ser cansino. Pero si es un tópico, es por algo. Es una lástima que el merecido reconocimiento no le llegue a uno hasta el momento en que ya no puede disfrutarlo, pero al menos, llega.
Las leyes cósmicas, que a veces, se despistan.